Texto: Víctor Galván J.
Una de las relojeras más admiradas en todo el mundo, debido a su belleza y cuidado al detalle, es Bovet. Fundada en 1822 por Édouard Bovet, hoy se encuentra en manos de Mr. Pascal Raffy, quien ha logrado mantener los valores de la casa y que sea una empresa familiar (con las bondades que ello implica).
Como parte del Salón Internacional Alta Relojería 2020 (SIAR), Bovet se presentó en el hotel St. Regis, en Ciudad de México, para mostrar al exquisitez y originalidad de algunas de sus piezas más icónicas y cuidadas.
«En un inicio Bovet se enfocó en el mercado chino, que era sumamente exigente a mitad del siglo XIX, hablamos de 1822 a 1830, más o menos», nos cuenta Rolf Van Kleef, jefe de ventas de la casa suiza. Sin embargo el mercado colapsó en 1835 y la empresa se tuvo que vender a Jules Jequier y Ernest Bobillier.
Durante el siglo XX tuvo algunos cambios, y finalmente en 1989 fue adquirida por Pascal Raffy, y el brillo regresó, junto con un renovado compromiso por fabricar elegantes, lujosos y precisos guardatiempos.
Raffy ha tenido ideas que han llevado a Bovet a la cima de la relojería, con piezas que incorporan formas del reloj de bolsillo, diseños que han ganado premios desde 1997.
Y esa constante se mantiene hasta nuestros días. «Siempre lo he dicho, mi padre es un artista, y la manera en que ve el mundo se refleja en los relojes. Al final del día, nos ha enseñado a ver que fabricamos piezas únicas, diseñadas especialmente para que los coleccionistas las aprecien y digan «oh Dios mío», cuando las ven», nos platica Audrey Raffy, hija del presidente de la firma, y vicepresidenta de la marca en Estados Unidos. «Lo mejor es que ese sentimiento se mantiene cada que vuelven a ver el reloj».
«Mantenemos lo tradicional, pero también innovamos. Cuando le enseñas a la gente el collar, el zafiro, los cambios de reloj en la muñeca a poder tenerlo en una cadena, es maravilloso. Es muy motivador ver como reaccionan. Tenemos piezas muy tradicionales, muy elegantes, y hay personas que son de ese estilo y prefieren en Amadeus system», nos cuenta Audrey.
«Para la gente que prefiere lo moderno, tenemos el Brainstorm, que es más deportivo, más agresivo». Y precisamente el Recital 26 Brainstorm Chapter Two es la pieza favorita de Audrey en este año. «Personalmente me gusta llevar los relojes para hombre», nos confiesa.
«Me gustan sus complicaciones, ver el movimiento. En esta pieza tenemos una caja de zafiro increíble, con una gran claridad, si se ve por los lados nos permite ver todo el movimiento. Tenemos otro sello, que es el ángulo del reloj, que permite una lectura muy sencilla».
Con un movimiento grabado a mano, el Recital 26 Brainstorm Chapter Two está equipada con una caja de edición limitada de 10 zafiros «Writing Slope» con esfera de cuarzo azul, tourbillon volante de doble cara patentado, sistema de guía radial patentado, indicación de la hora universal patentada, fase lunar tridimensional y reserva de marcha de cinco días.
Una pieza limitada a 60 unidades que encapsula toda la esencia de la marca.
Pero no fue la única de las novedades que presentaron en el SIAR, pues le acompañaron piezas como Fleurier Miniature Painting, o el Tourbillon automático de siete días.
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Bovet sorprende con cada modelo, y esa sensación aumenta al saber que el nivel de personalización llega al grado de permitir que los clientas puedan escoger no sólo los colores de las correas, sino involucrarse en las tonalidades de manecillas o algunas piezas.
«Nuestra meta es que cada persona sepa que su guardatiempos es único. Que los artistas de la casa trabajaron, en promedio, un mes y medio en su reloj, con pasión, para entregarle una pieza que siempre le sorprenderá».
Por lo visto en el SIAR, Bovet lo ha logrado.
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