fbpx
Luxury Watches

Tudor Black Bay Fifty-eight “Navy Blue”, fiel a la tradición

El nombre del Black Bay Fifty-Eight “Navy Blue” hace referencia a su color, por supuesto, pero también hace referencia al año 1958, cuando se presentó el primer reloj de submarinismo Tudor, hermético hasta los 200 metros, referencia 7924 o “Big Crown”.

Entre otros guiños estéticos al histórico reloj, el nuevo modelo de la casa Tudor presenta una caja de 39 mm de diámetro para mantener las proporciones típicas de la década de 1950. El Black Bay Fifty-Eight “Navy Blue”, que resulta ideal para las muñecas finas, para aquellos que prefieren relojes más compactos y, por supuesto, para entusiastas de lo “vintage”, también continúa la larga tradición de relojes deportivos azules de Tudor.

Foto: Tudor.

El nuevo guardatiempos cuenta con elementos clave inconfundibles, como la caja de 39 mm de diámetro en acero inoxidable 316L; Esfera abombada, azul marino mate con detalles y marcadores de hora. Tiene Agujas “Snowflake”, un distintivo de los relojes de submarinismo Tudor introducido en 1969, con revestimiento fosforescente suizo de grado A Super-LumiNova.

En el interior habita un calibre de manufactura MT5402, con certificación del Control Oficial Suizo de Cronógrafos (COSC), con espiral de silicio y reserva de marcha de 70 horas, además, ofrece tres opciones para el brazalete: tejido de Jacquard azul con banda plateada, azul de tacto suave y acero remachado.

Azul Tudor

En 1969, TUDOR presentó un reloj de submarinismo con esfera y bisel azules. El azul no tardó en utilizarse en los demás relojes deportivos de la colección, con lo que se creó de forma inmediata un distintivo estético duradero conocido como “azul Tudor”. Estos colores, adoptados por la Marina francesa para sus relojes de submarinismo Tudor durante la década de 1970, pasaron a formar parte del imaginario colectivo.

El Black Bay Fifty-Eight “Navy Blue” perpetúa esta tradición con su disco de bisel y esfera en azul marino. Es un color que también está presente en la suave correa que se ofrece con este modelo, fabricada en un material sintético agradable al tacto similar a la franela.

Foto: Tudor.
10 años de correas de Tudor

El azul marino es también el color que predomina en la correa de este modelo. La correa de tejido es uno de los rasgos distintivos de Tudor, que, en 2010, fue una de las primeras marcas de relojes en ofrecerlas con sus productos. Esta correa, que la empresa de Julien Faure elabora en telares de Jacquard del siglo XIX en la región francesa de Saint-Étienne, ofrece una calidad de fabricación y una comodidad extraordinarias.

En 2020, Tudor y Julien Faure, una empresa familiar con 150 años de tradición, celebrarán el décimo aniversario de una colaboración que se inició justo antes del lanzamiento en 2010 del Heritage Chrono, el primer modelo de la marca con correa de tejido elaborada por un artesano. Un aniversario que conmemora una colaboración duradera basada en un excepcional saber hacer.

Foto: Tudor.
El calibre MT5402

El calibre MT5402 de manufactura TUDOR, presente en el Black Bay Fifty-Eight “Navy Blue”, ofrece funciones de horas, minutos y segundos. Su acabado es típico de los calibres de manufactura de Tudor. El rotor troquelado en tungsteno monobloque está satinado con detalles pulidos a chorro de arena, mientras que los puentes y la placa alternan superficies pulidas a chorro de arena y decoraciones láser.

El diseño de este calibre garantiza resistencia, longevidad, fiabilidad y precisión, igual que hace su volante de inercia variable, mantenido por un puente transversal con dos puntos de fijación. Junto con su espiral de silicio amagnético, el calibre de manufactura MT5402 cuenta con la certificación de cronómetro por Control Oficial Suizo de Cronógrafos (COSC) y su rendimiento supera los estándares marcados por este instituto independiente.

Foto: Tudor.

De hecho, aunque el COSC permite una variación media en el índice de funcionamiento diario del movimiento de un reloj de entre -4 y +6 segundos en relación con el tiempo absoluto en un único movimiento, Tudor aplica una tolerancia de entre -2 y +4 segundos en su marcha diurna cuando el reloj está completamente ensamblado.

Otro rasgo destacable es que la reserva de marcha del calibre de manufactura MT5402 puede superar cualquier fin de semana; es decir, al ser de unas 70 horas, permite al usuario quitarse el reloj un viernes por la tarde y volver a ponérselo el lunes por la mañana sin tener que darle cuerda y restablecerlo.

La esencia del Black Bay

Al igual que otros modelos de la colección Black Bay, el Black Bay Fifty-Eight “Navy Blue” también adopta las características agujas de forma angulosa de Tudor, conocidas como “Snowflake”, que aparecieron en el catálogo de la marca de 1969. La línea Black Bay, resultado de la sutil combinación de la estética tradicional y la relojería moderna, dista mucho de ser una mera reedición de un clásico.

Foto: Tudor.
CONOCE MÁS DEL MUNDO DE LA RELOJERÍA DANDO CLIC AQUÍ.

Está firmemente anclada en el presente y aúna casi siete décadas de relojes de submarinismo Tudor. Aunque parte de un estilo “neovintage”, sus técnicas de fabricación y su robustez, fiabilidad, durabilidad y precisión, así como la calidad de su acabado, superan los estándares actuales del sector.

El reloj de submarinismo de Tudor

La historia del reloj de submarinismo Tudor se remonta a 1954, año del lanzamiento de la referencia 7922. Es hermético hasta los 100 metros y es el primero de una larga línea de relojes de submarinismo. Constituye un modelo asequible, resistente, fiable y preciso que representa la filosofía del reloj herramienta de la marca.

La referencia 7922 ha presenciado, durante las siete décadas siguientes a su introducción, mejoras constantes en los relojes de submarinismo TUDOR y ha sido aclamada de manera unánime por los profesionales del sector, así como por algunas de las fuerzas navales más importantes del mundo.

TAMBIÉN TE PODRÍA INTERESAR:
THE LONGINES HERITAGE CLASSIC – TUXEDO, LA ESENCIA DE LOS AÑOS 40
¿ES EL CITROËN AMI EL AUTO DEL FUTURO?
BAUME & MERCIER CLIFTON BAUMATIC, EL ARTE DE LA COMPLICACIÓN