Texto: José Manuel Osorno
Ante los acontecimientos provocados por el COVID-19, mo podemos dejar de reflexionar en cómo será nuestra realidad después de la pandemia en varios ámbitos, incluso, los bienes raíces.
No podemos dejar de reconocer que esta es la crisis más profunda desde 1932, y que el COVID-19 dejó muy descubiertas las vulnerabilidades del mercado inmobiliario; de igual manera dejó varias tendencias positivas como el home office, el e-comerce y la intensificación del uso digital en los desarrolladores para la venta, con lo cual generó grandes oportunidades en este sector.
Andre El-Mann, CEO de Fibra Uno, comentó en uno de los reportes trimestrales proporcionados a la Bolsa Mexicana de Valores: “hemos navegado crisis previas en nuestro país desde los años 70 y hay tres cosas que las crisis tienen en común:
- Suceden.
2. Todas son diferentes.
3. Todas pasan».
En el corto plazo, dentro del sector de bienes raíces se presentó un shock de oferta y demanda; este impacto es diferenciado por segmentos, nichos de mercado, regiones o entidades.
Ante el shock de esta oferta y demanda, y la fuerte contracción de la actividad económica es inevitable que las inversiones se mantengan restringidas; sin embargo, los que tienen capital institucional lo tienen que colocar.
A partir de agosto, los desarrolladores deberán evaluar los escenarios futuros, identificar los riesgos, las líneas de acción que deben de seguir y determinar los cambios que se requieran en el modelo de negocio del segmento en el negocio que participan, y dimensionar el capital y financiamiento para recuperar el ritmo de crecimiento.
No debemos olvidar que históricamente se ha demostrado que el real estate, después de grandes caídas, se torna el motor de la recuperación y del crecimiento.
Fuente: realestatemarket.com.mx
English 
Spanish 
Arabic 
German 
Italian 
Portuguese 
Russian 