No enseña todo… pero casi. La colección Highlife, que en pocos meses se ha convertido en un imprescindible de Frederique Constant, se revela bajo una nueva luz. En el centro de este juego de claroscuro único se encuentra un globo terráqueo que, finamente cincelado en el centro de la esfera, es una de las características estéticas de la colección. Ahora con el Highlife Automatic Skeleton es posible viajar al centro de la Tierra. Gracias a un hábil trabajo de esqueleto, queda al desnudo, revelando solo sus líneas maestras bajo las cuales descubrimos la intimidad del movimiento Swiss Made FC-310.
Un doble desafío
Este trabajo de esqueletado representa un desafío técnico y estético. Técnico, porque el calibre se actualiza a través de ínfimas aberturas, tan numerosas como delicadas, realizadas sin el menor ángulo marcado para respetar la redondez y armonía de la Tierra.
Estético, porque el esqueletado es una práctica relojera poco común que tradicionalmente no se centra solo en la esfera, y mucho menos en su parte central. Este es un estilo audaz que Frederique Constant domina a la perfección ya que, gracias a este mismo principio de ingenio estético, la Manufactura dio vida, hace más de 25 años, a la colección Heart Beat, que se ha convertido en un icono. Frederique Constant hace aquí una interpretación nueva, atrevida y original, tomando la delantera de cara al próximo cuarto de siglo.
Ballet mecánico
El nuevo Highlife Automatic Skeleton está en la misma línea. El original tallado de la Tierra en su centro permite ver el corazón palpitante del movimiento: a las doce horas, el volante; entre las 5 y las 6 horas, el barrilete armado por la tija de remontuar atisbada a las 3 horas. La Tierra calada permite ver lo esencial pero no el conjunto.
En un complejo juego de luces y sombras, de lados ocultos y desvelados, el Highlife Automatic Skeleton da vida a una visión moderna del esqueletado y de la relojería mecánica. Pero que los más curiosos se tranquilicen: a través de su fondo abierto, la pieza expone sin límites su intimidad mecánica y los acabados tan apreciados por la manufactura ginebrina.
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Dos series muy limitadas
Estos nuevos Highlife Automatic Skeleton no forman parte de la colección: están únicamente disponibles en dos series de 888 piezas cada una. El primero retoma el dúo cromático predilecto de la colección Highlife: caja y brazalete de acero y esfera azul. La pieza viene con una segunda correa de caucho azul marino intercambiable que refuerza su carácter deportivo.
La segunda variante es una novedad: una edición de acero con un recubrimiento de PVD de titanio gris antracita provista también de un brazalete del mismo material, además de una segunda correa en caucho del mismo tono. Dentro de la caja de 41 mm en cuyo corazón late un movimiento automático que garantiza una reserva de marcha de 38 horas, el Highlife Automatic Skeleton muestra un aspecto de orfebre, misterioso y moderno, sobre el que ya se construye su futuro.
Frederique Constant es una Manufactura relojera suiza con sede en Ginebra. Fue fundada en 1988 por una pareja de emprendedores autónomos, Peter y Aletta Stas, a fin de ofrecer relojes suizos de calidad a un precio muy asequible, con el objetivo de democratizar la relojería Swiss Made de lujo.
Frederique Constant concibe, desarrolla, ensambla y controla una amplia variedad de relojes, tanto mecánicos, como inteligentes o de cuarzo, en el seno de su Manufactura de 6,200 m2 de Plan-les-Ouates (Ginebra). A día de hoy, Frederique Constant ha concebido 30 calibres de Manufactura, en particular, grandes complicaciones como el tourbillon, el calendario perpetuo o el cronógrafo flyback.
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