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Travel & Gourmet

Restaurante Testal, el secreto culinario mejor guardado de la CDMX

Testal 5

A veces las mayores sorpresas las encuentra uno en los rincones menos esperados. Así pues, en plena entrada al Barrio Chino de la Ciudad de México, como una majestuosa antesala al bullicio, se encuentra un oasis de tranquilidad, que es también un bastión de buena comida mexicana.

Testal lleva por nombre, y es un restaurante recientemente renovado cuyo menú tiene el concepto de cocina mexicana de origen. Esto se refiere a que en la carta desfilan platillos de distintos estados de la República Mexicana, aunque, analizando bien la carta, se nota el predominio del estado de Michoacán.

Esto no es gratuito, pues es la entidad de donde es originario el Gerente General del Restaurante, Roberto Tinoco. El nombre Testal proviene del náhuatl tixtlali o textlali que significa “masa para poner”, y se basa en las bolitas de maíz que dan origen a la tortilla mexicana.

El restaurante cuenta con tres espaciosos salones, cada uno con su propia personalidad. Nosotros recomendamos el Salón Murales, cuyos ventanales dan a la calle de Independencia, justo a la entrada del Barrio Chino. El nombre del salón evidentemente lo lleva por las pinturas que cubren sus muros obra del pintor poblano Urbano Mendoza, que da énfasis al tema del maíz.

Una vez en la mesa, el servicio te recibe con una botana de totopos y cuatro salsas molcajeteadas, entre ellas de serrano, de árbol con aguacate y morita.

Ya con un aperitivo en mesa, nos avocamos a revisar la carta, donde desfilan entradas como tacos de chapulín, sopes de tuétano, o sopas como la crema de carnitas, entre otras varias que te hacen salivar.

Nos decidimos por la crema de huitlacoche con elote, algo así como el Ying y el Yang del maíz servido en un plato hondo. Desde que iniciamos la comida, decidimos que a lo largo del viaje gastronómico nos acompañe el vino de la casa: un blend de Cabernet Sauvignon con Tempranillo ensamblado en Valle de Guadalupe.

Terminamos muy satisfechos con el primer tiempo, y en seguida ya teníamos nuestro siguiente platillo, unos gusanos de maguey salteados con chile serrano y cebolla, acompañados de guacamole, con un poco de salsa borracha preparada como debe ser, con su toque de pulque.

Lo obligado con este platillo esta joya gastronómica es taquear, más con las tortillas de maíz azul recién hechas.

Fue momento de afrontar el plato fuerte, para el que recurrimos al capitán de meseros para que nos hiciera su recomendación. Todo un acierto, el borrego testal, que destaca por su suavidad, como de barbacoa recién sacada del horno, sólo que con la preparación de una adobo parecido al que acompaña al mixiote.

Como somos fieles creyentes de que siempre hay espacio para el postre al lugar que vayamos, pedimos la sugerencia de la casa, y la sorpresa no podía ser mejor: una concha rellena de crema batida y frutos rojos que obligaba a hacer lo propio por la ocasión, ver la gente pasar mientras sorbíamos un espresso cortado.