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Montblanc hizo de la firma un arte con sus plumas

Descubre cómo una de las marcas de lujo más emblemáticas cambió la historia de la escritura con sus plumas: Montblanc

La necesidad de dejar un registro de los pensamientos, planes, decisiones y acuerdos ha existido desde el inicio de la humanidad. Empezando con los elementos rústicos utilizados para marcar las cavernas o los utensilios ideados por los griegos, hasta las llamadas smart pens de hoy que digitalizan los apuntes hechos a mano. En medio de este universo de modelos y años de historia, Montblanc es una de las marcas de plumas que ha logrado convertirse en un auténtico icono.

Esta firma originaria de Hamburgo, Alemania, consiguió desarrollar una cultura de la escritura que durante más de 100 años se ha mantenido independiente del arte de la palabra escrita por sí misma. Montblanc –fundada por un banquero y un ingeniero– le dio un significado a la herramienta con la que se han cerrado negociaciones que han definido el curso de países enteros, se ha dejado evidencia de capítulos históricos o se han celebrado alianzas comerciales. Así, las plumas dejaron de ser sólo ese objeto que se usaba para registrar estos momentos para posicionarse como pieza clave de los mismos.

El concepto de la pluma más allá de su utilidad práctica es precisamente lo que la ha mantenido vigente en esta era de digital, sobre todo, a las plumas fuente que desde hace años podrían haberse quedado obsoletas. Por lo contrario, datos de la consultora Euromonitor señalan que las ventas de plumas fuente han mostrado crecimiento año con año durante las dos décadas pasadas.

A pesar de encontrarse en una industria que promueve el consumo desechable de bajo costo, las plumas fuente en 2015 generaron ingresos superiores a US$1,200 millones anuales; en tanto las proyecciones de Euromonitor las colocan para 2020 con alrededor de US$1,600 millones. Pero, ¿qué es lo que ha logrado que no sólo se mantengan vigentes, sino que continúen generando ingresos millonarios? La respuesta: dar el paso de ser un commodity a concebirse como un accesorio personal de lujo.

Si bien el número de unidades vendidas de esta categoría de productos efectivamente ha bajado –7% en los últimos 10 años–, los precios han visto un incremento que ha empujado un crecimiento de valor global que supera el 35%.

Según datos de Richemont, las ventas en 2017 de joyería, artículos de piel e instrumentos de escritura tuvieron un aumento, y dentro de los mercados importantes para el grupo se encuentran Brasil y México. Lo anterior confirma que aunque es un público reducido el que está dispuesto a adquirir este tipo de bienes a un costo superior al promedio, también demuestra que las plumas fuente son hoy representantes de lujo, estatus y éxito; un objeto de deseo pequeño que tiene mucho qué decir de una persona.

Montblanc
Montblanc, el arte en la pluma.

HISTORIA DE UN DESEO

La pluma fuente no siempre fue símbolo de elegancia. A principios de 1800, se desarrolló como el sustituto de las típicas plumas de ave entintadas, un invento aún con muchos defectos, pero que resolvía una necesidad básica de manera práctica, ofreciendo menor tiempo de preparación y mayor rendimiento.

A finales de aquel siglo, los diseñadores ya habían solucionado varios de los problemas que las primeras plumas tenían, como el suministro de tinta al interior del objeto. No obstante, continuaron trabajando en el mejoramiento práctico de estos utensilios. Es aquí donde Montblanc vio su oportunidad de negocio, alejándose de la creación de un producto práctico y concibiendo un objeto de deseo, un aliado para el arte de escribir.

Hamburgo es el lugar de nacimiento de cada uno de los artículos Montblanc de escritura, elaborados de forma artesanal.

Alfred Nehemias y August Eberstein se enfocaron en producir plumas en las que imperara la filosofía de un diseño simple, el cual más adelante fue promovido por Wilhelm Dziambor, Christian Lausen y Claus Johannes Voss, los responsables del éxito internacional de Montblanc. El avance tecnológico para lograr un sistema integral
y de alta calidad captó la atención comercial del mundo y fue el inicio de su posicionamiento como un clásico atemporal. Sin embargo, eso no se logró por completo sino hasta 1924 con la pieza que cambió la historia de la escritura hasta el día de hoy: la legendaria Meisterstück.

La pluma fuente Meisterstück no fue creada para resolver el problema de poner algo por escrito, su concepción se basa en provocar placer al escribir y es a partir de esta ruptura de paradigma conceptual que la firma hizo historia. Hoy, al pensar en una pluma fuente, el diseño que suele venir a la mente en todo el globo es el de esta pluma en particular; por lo que su diseño limpio, sencillo y elegante se volvió un icono, un referente de cómo debe verse un elemento de escritura.

El nombre de la pluma proviene de la palabra alemana “obra maestra”, y sus resultados demuestran que no se trata de una exageración. La marca la ha descrito como “el pináculo de la cultura de la escritura”, y son muy pocos los cambios que ha sufrido en sus más de 90 años de existencia. El diseño se ha mantenido casi idéntico al original y las modificaciones han sido en el interior, haciéndola más eficaz en ambientes complicados –por ejemplo, al escribir a bordo de un avión, en donde se presentan varios cambios de presión–.

El éxito de este modelo de Montblanc habla por sí mismo, ya que la Meisterstück ha sido la elección de pluma de personalidades a lo largo y ancho del planeta. Esta pluma ha sido utilizada por numerosos personajes históricos, desde reconocidas celebridades del mundo artístico y deportivo, hasta por líderes políticos, religiosos y de la realeza.

Para crear una Meisterstück un artesano de la marca se dedica por completo a la pieza, esculpiendo a mano el plumín en oro sólido con 35 pasos obligatorios. Después, la pluma es ensamblada en un proceso de 70 pasos antes de pasar a la fase de prueba. El control de calidad va más allá de cómo plasma la tinta en papel, se analiza la sensación que provoca al momento de escribir, tanto al tacto como al oído, ya que la manera en la que se escucha al deslizarse sobre el papel debe ser continua, sin vacilar.

La innovación, la tecnología y el uso de los materiales más finos que existen prevalecen como base del éxito de Montblanc. Cabe señalar que no se hace historia sólo con perfección, sino a través de la mezcla de forma y fondo. En una época en la que el storytelling es parte del discurso de la gran mayoría de las empresas hay que recordar a aquellas que lo tienen desde su fundación.

Es la narrativa inspiradora detrás de la firma alemana la que la ha mantenido en una posición privilegiada por más de un siglo. Ésta consiste en traspasar las fronteras de los objetos y convertirlos en un vínculo con la persona,

un legado que se transmite de generación en generación, pues sus productos están creados para perdurar y superar el paso del tiempo. Como prueba de ello, una de las promesas de la marca es siempre reparar sus productos y hacerlo con los materiales originales, aun si el modelo actual ya no los utiliza.

De la mano con lo anterior, el storytelling de la firma de Richemont nace antes de que el concepto se masifique. Esto quedó en evidencia por medio de sus alianzas con otras industrias, ramas y personalidades que, en apariencia, no se relacionarían con el arte de la escritura.

Entonces, la cultura de escribir de la marca suma otros elementos, como la celebración a los grandes mecenas del arte –este año, por ejemplo, rinde homenaje a Ludwig II de Baviera, mecenas de Richard Wagner– o la incorporación de la cultura pop en su propuesta de lujo a través de su línea de grandes personajes que ha celebrado a iconos como Andy Warhol.