Ángel Cabrera ha vuelto. Y no de cualquier forma. A sus 55 años, el golfista argentino nacido en Mendiolaza, Córdoba, conquistó el Senior PGA Championship 2025 en el Congressional Country Club de Maryland, sumando así su segundo major en apenas una semana y firmando uno de los regresos más impactantes en la historia reciente del golf.
Con una tarjeta final de 280 golpes (-8), Cabrera superó al danés Thomas Bjørn y al irlandés Padraig Harrington (281), luego de una última vuelta de 70 golpes que combinó errores tempranos con una recuperación impresionante. Pero más allá del resultado deportivo, esta victoria simboliza una historia más profunda: la de un hombre que cayó y eligió levantarse.
Del abandono a Augusta: los extremos de Cabrera
Pocos deportistas han vivido una vida tan marcada por contrastes. Criado por su abuela en condiciones de extrema pobreza en Córdoba, Cabrera llegó a lo más alto del golf mundial con victorias en el U.S. Open 2007 y el Masters de Augusta 2009. Sin embargo, años después, su nombre se asoció con denuncias de violencia de género, que lo llevaron a cumplir una condena en prisión.
Tras ser liberado en agosto de 2023, el “Pato” inició un proceso de reflexión profunda. En sus propias palabras: “Lo mejor que me pasó fue haber caído detenido, porque estaba muy perdido y no escuchaba a nadie”. La prisión, lejos de hundirlo por completo, le ofreció un espacio obligado para detenerse y rehacer su vida.
El regreso más inesperado del año
Desde su retorno al circuito senior del PGA Tour Champions, Cabrera ha sorprendido al mundo. Esta victoria en Maryland se suma a su título en el Regions Tradition (Birmingham, Alabama) una semana antes, y a su primer triunfo en Boca Ratón en abril, acumulando tres títulos en sus últimas cinco participaciones.
La victoria en el Senior PGA Championship no solo le otorgó un cheque por 540,000 dólares, sino que también le aseguró un lugar en el PGA Championship 2026, torneo oficial de la gira regular que se disputará en el Aronimink Golf Club, Pensilvania. Un dato no menor: es el mismo torneo que el legendario Roberto De Vicenzo ganó en 1974, lo que le suma un valor emocional para el golf argentino.
Birdies, errores y temple en la cancha
En la jornada final, Cabrera inició con dos bogeys y un birdie, pero se recuperó con un águila en el hoyo 6 y birdies importantes en los hoyos 8, 11 y 15. Harrington parecía arrebatarle el liderato tras una racha de siete birdies consecutivos, pero un doble bogey en el hoyo 15 y un putt fallado en el 18 permitieron que el argentino se llevara la gloria.
Por su parte, Bjørn intentó una remontada con un águila en el hoyo 16, pero no le alcanzó para igualar a Cabrera. Fue una definición cargada de tensión, estrategia y precisión, donde la experiencia del argentino resultó clave.
La familia como motor
Uno de los aspectos más entrañables del regreso de Cabrera es la presencia constante de su hijo Ángelito como caddie. “En la cancha es mi caddie, después volvemos a ser padre e hijo”, explicó Cabrera. Esta nueva dinámica familiar ha aportado estabilidad emocional a un jugador que antes se perdía fácilmente en sus demonios internos.
Un enfoque renovado
Hoy, Cabrera afirma estar enfocado únicamente en el juego, hoyo por hoyo, golpe por golpe. “Ya la pasé mal, ya está, eso es pasado. Ahora es seguir con todo lo bueno que viene”, dijo en su entrevista más reciente. Su fortaleza mental, sumada a su físico aún competitivo, lo ha convertido en un jugador dominante dentro del circuito senior.
Con estas tres victorias, Cabrera ha sumado 1.260.000 dólares en premios, una cifra que rivaliza con lo que ganó cuando conquistó Augusta en 2009. Pero más allá del dinero, lo que realmente importa es que el “Pato” volvió a volar.
El caso de Ángel Cabrera es incómodo, complejo y profundamente humano. No se puede hablar de su resurgimiento sin recordar su caída. Su talento es indiscutible, pero su pasado no puede ser ignorado. Sin embargo, lo que sí merece atención es su decisión de reconstruirse, de mirar de frente sus errores y hacer algo con ellos.
Este regreso no lo absuelve, pero sí demuestra que, incluso después del error, hay quienes buscan redimirse a través del esfuerzo y la disciplina. En el golf, donde la paciencia y la templanza son tan importantes como la fuerza, Cabrera parece haber encontrado su centro.
Sigue siendo mirado con recelo por muchos, y con razón. Pero, al menos en el campo de golf, el Pato ha demostrado que todavía tiene algo que decir. Y por ahora, lo está diciendo con birdies, majors y un swing que no olvida cómo volar.