El reloj Blancpain que protagoniza la nueva película de Paul W.S. Anderson

abril 15, 2025

En la convergencia entre la alta relojería y el cine de fantasía postapocalíptica, hay historias que trascienden el guion. Así es como In The Lost Lands, la nueva producción dirigida por Paul W.S. Anderson, convierte al Blancpain Villeret Carrousel Répétition Minutes Chronographe Flyback en mucho más que un accesorio de vestuario: lo transforma en un símbolo de legado, belleza y persistencia.

Basada en un relato corto del aclamado autor George R.R. Martin, la película está protagonizada por Milla Jovovich en el papel de Gray Alys, una hechicera poderosa que busca dominar una fuerza mística, y Dave Bautista como Boyce, su enigmático guía. Juntos cruzan las desoladas e inhóspitas Lost Lands, enfrentando tanto a humanos como a demonios, en una búsqueda que mezcla poder, redención y sobrevivencia. Pero entre los vestigios de un mundo devastado, hay algo que aún brilla con fuerza: un reloj.

Y no cualquier reloj. El Blancpain Villeret Carrousel Répétition Minutes Chronographe Flyback aparece en pantalla como uno de los objetos más valiosos del viejo mundo. No es difícil entender por qué fue elegido. Blancpain es la manufactura relojera más antigua del planeta, con orígenes que se remontan a 1735. Su nombre evoca tradición, precisión y una obsesión por la excelencia artesanal que ha sobrevivido a los siglos.

El modelo Villeret seleccionado para el filme no es una pieza común. Su caja de oro rojo, esfera esqueletizada y fondo de cristal de zafiro revelan un corazón mecánico digno de admirarse. Equipado con complicaciones que solo unos pocos talleres en el mundo pueden crear –un carrusel (una variación del tourbillon), repetición de minutos y cronógrafo flyback–, este reloj es una obra maestra de la ingeniería y el diseño.

Para Paul W.S. Anderson, esta elección fue más que estética. “El Blancpain Villeret era la elección perfecta para el papel, ya que combinaba a la perfección el aspecto atemporal y la complejidad que buscábamos”, comentó el director. “El reloj tiene una cantidad increíble de detalles finos, que era justo lo que quería para las tomas del mecanismo interno. Cuando llevamos al público dentro del reloj, bajo la manecilla de los segundos y a lo largo del movimiento, debe haber una gran cantidad de detalle para que esa toma se vea bien en una pantalla realmente grande”.

La presencia del reloj en la película va más allá de un recurso visual. En un universo cinematográfico en ruinas, donde la mayoría de los objetos han perdido su valor, el Blancpain se presenta como un símbolo de permanencia. Representa una era donde la creación era arte, y el tiempo era algo más que una cuenta regresiva hacia el olvido.

Durante la filmación, el reloj original estuvo presente en varias escenas clave. Fue manipulado por los actores con sumo cuidado, casi como si fuese un personaje más. Para las secuencias de acción, donde el movimiento de cámara debía ser extremo o los efectos visuales más intensos, se optó por una réplica digital de alta fidelidad. Esta recreación tomó cinco meses de trabajo meticuloso.

Escaneado con adaptaciones macro en resolución máxima, el modelo 3D debía replicar incluso cómo la luz atraviesa la esfera y se refleja sobre los engranajes. Las escenas bajo la lluvia implicaron un desafío adicional, pues se buscaba simular con precisión cómo las gotas de agua se dispersaban sobre el oro rojo y el cristal zafiro, sin perder realismo ni elegancia.

La incorporación de un reloj de esta magnitud en una historia de fantasía plantea una interesante dualidad: incluso en los confines de la imaginación y el desastre, el arte y la precisión pueden mantenerse firmes como testigos del pasado.

Como amante del cine y la relojería, ver que una pieza como el Blancpain Villeret haya sido integrada de forma tan cuidadosa y narrativa en In The Lost Lands me parece brillante. No es común que el séptimo arte se tome el tiempo de resaltar objetos que no solo embellecen, sino que aportan significado profundo. Este reloj no aparece por lujo, sino como metáfora: el tiempo puede ser implacable, pero también es testimonio de lo que hemos construido. Blancpain no solo sobrevive al fin del mundo en esta historia, sino que lo trasciende. Y eso, más allá del guion, dice mucho sobre lo que verdaderamente importa cuando todo lo demás se ha perdido.

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