Día de muertos en Michoacán, una fiesta llena de color

noviembre 2, 2019

En 2008, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) declaró Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad a la celebración del Día de muertos.

La tradición establece que el 1 y 2 de noviembre las almas de los fallecidos regresan a visitar a sus familiares vivos para degustar una vez más sus alimentos favoritos, los cuales son colocados en los altares. El pan de muerto, las flores, el papel picado, las calaveritas de azúcar y el copal, llenan de color y alegría los hogares mexicanos.

Aunque el Día de muertos es una fiesta nacional, Michoacán destaca por su forma de conmemorar la vida después de la muerte. Cada región recuerda a sus muertos con rituales distintos que tienen su origen en tiempos prehispánicos.

Las velaciones en los panteones el 1 y 2 de noviembre son uno de los principales atractivos del Día de muertos en Michoacán, estas se complementan con eventos artísticos y religiosos en Morelia, Pátzcuaro, Uruapan, entre otros.

Además, las secretarías de Turismo de Michoacán y Federal, organizan la Ruta de COCO, un recorrido por los Pueblos Mágicos del estado que inspiraron a la película; entre ellos se encuentran Pátzcuaro, Janitzio, Tzintzuntzan, San Juan Parangaricutiro, Santa Fe de la Laguna y Cuanajo.

Echa un vistazo a las tradiciones del Día de Muertos que caracterizan a algunas localidades en Michoacán:

Janitzio

Según cuentan sus habitantes, durante la noche del 1 de noviembre en Pátzcuaro surgen las sombras de Mintzita, hija del rey Tizintzicha, Itzihuapa, hijo de Taré y príncipe heredero de Janitzio, y los guardianes del tesoro oculto bajo las aguas entre las islas de Janitzio y La Pacanda; quienes caminan por el panteón para recibir las ofrendas de los vivos.

Mujeres y niños van en silencio al cementerio para colocar ofrendas sobre las tumbas y encender cirios que iluminan el panteón durante la velación, mientras se escuchan cantos purépechas. El 1 de noviembre se venera a los niños muertos y el 2 a los adultos que se adelantaron en el camino.

Pátzcuaro

Aquí las calles se llenan de cánticos y música tradicional como La danza de los pescadores, con la cual se realiza la caza del pato sagrado —criado en el lago de Pátzcuaro y cazado con lanza— que se cocina para quienes esperan a sus familiares difuntos durante la velada del 2 de noviembre.

Durante la madrugada del 1 de noviembre es posible ver las procesiones de los pescadores que con velas encendidas en sus balsas reman hacia la isla de Janitzio.

Tzintzuntzan

Al igual que en otras localidades, aquí también se hace una velación que inicia durante la madrugada del 2 de noviembre. Las ofrendas se acompañan con piezas de cerámica de loza negra y vidriada. Al amanecer se intercambian alimentos entre las diversas familias presentes en las velaciones.

Jarácuaro

Cada barrio de Jarácuaro decora el atrio de la iglesia con grandes arcos hechos con flores de colores. Aquí las mujeres preparan durante el día los alimentos que por la madrugada colocan en las tumbas; al salir el sol, se retiran los alimentos para ser llevados al templo y entonar “los alabados”.

El 2 de noviembre por la tarde, las ofrendas se reparten entre los fieles que parten del templo al panteón.

Ihuatzio y Cucuchucho

Ambas son comunidades purépechas localizadas al borde del lago de Pátzcuaro. El 1 de noviembre los habitantes decoran las tumbas de sus familiares con flores y velas para alumbrar su camino hacia el mundo de los vivos. La comida es colocada en recipientes y canastas cubiertas con servilletas bordadas con diseños coloridos.

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